martes, 9 de junio de 2015

El sexo y la fisioterapia (V) -> Las zonas erógenas

Si hemos superado, tanto paciente como fisioterapeuta, la peligrosa fase del rechazo, estaremos, quizá, ante un momento ambiguo en el que, si la intención no es rehuir de los impulsos que podemos sentir más allá de lo meramente profesional y/o curativo, tendremos ganado lo que ya queríamos (o sospechábamos). Pero no por ello queda ahora lo más fácil, todo lo contrario, ahora nos enfrentaremos a la difícil decisión de dar ese primer y único paso.



Existen en nuestro cuerpo determinadas zonas que poseen un grado de excitabilidad y activación sexual único. Se pueden dividir estas zonas en dos tipos no específicas y mentales. Las primeras se refieren a una serie de zonas cuyas terminaciones nerviosas y folículos pilosos son tan abundantes, que el umbral de excitabilidad suele ser pequeño y la sensibilidad que activan tiene un poder inequívoco libidinoso y excitador. A ello se le suma el hecho de que son zonas habitualmente poco manipuladas, resguardadas del contacto y con menor capacidad de discriminación táctil que, por ejemplo, los dedos de la mano, lo que facilita interpretaciones menos exactas en nuestra mente y más evocadoras. La piel en estos sitios es más delicada y el más mínimo roce puede erizar el vello con facilidad. Si bien es cierto que la intensidad y la capacidad excitadora varía en cada individuo, suelen estar presentes en el ser humano muchos de estos lugares comunes que, con mayor frecuencia e intensidad parecen manifestarse en la mujer.
Si buscais información internet, veréis que hay mucha y muy interesante sobre este tema. A nosotros lo que nos interesa es en el campo de la relación fisioterapeuta-paciente, que tiene unas peculiaridades. Si leeis sobre ello veréis, como es lógico, que algunas de las principales zonas erógenas descritas corresponden a los órganos reproductores (pene, vulva, clítorix, punto G, prepucio...). No son estas zonas las que son susceptibles a activarse, al menos directamente, en una sesión de fisioterapia. Sobre las que debemos centrarnos y profundizar (o no) son aquellas sobre las que podemos tener una influencia directa por contacto manual. Siendo más específicos: cuero cabelludo, oídos, cuello, región glútea, laterales de la espalda y cara interior de los muslos son las zonas más proclives a ello y de las que hablaremos con más pausa. Tampoco conviene olvidar zonas más infrecuentes como los pies, regiones amplias de la espalda, la muñeca, el ombligo...

Entramos de lleno por tanto en un mundo tan subjetivo como sugestivo. La activación de las zonas erógenas es más que posible en un tratamiento de fisioterapia. ¿La razón? Puede no existir una lógica, puede ser el bienestar, la sensación, el momento, la persona o...unas poderosas manos expertas que, conscientes o no, intencionadas o no, consigan esa placentera excitación nerviosa. Ello puede a su vez crecer, mantenerse en una extraña meseta de placer, reducirse. Son muchas las variables, tantas como momentos y personas, tantas como fisios y pacientes...

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