miércoles, 16 de noviembre de 2016

Las distintas generaciones de fisioterapeutas: Primera hornada de diplomados en fisioterapia

Tras la lucha de aquellos pioneros por establecer las bases de una profesión nacida con el concepto de "ayudante de" un médico, muchos ATS recondujeron sus carreras, cursito de marras mediante, con mucha sabiduría para ser los primeros en una profesión recién nacida que todavía no tenía una base verdaderamente sólida. Sería injusto reflejar que aquellos alumnos aventajados, hoy adinerados, se quedaron quietos disfrutando de su nuevo estatus y bienestar. Al contrario, fue entonces cuando criados todos por una misma madre se juntaron para trabajar por la profesión y lograr por fin su inclusión universitaria como diplomatura independiente. No podemos pasar por alto, el importante papel que desempeñó en esta tarea la Asociación Española de Fisioterapeutas, ese organismo que hoy no sabemos muy bien para que sirve, pero que en aquellos día creó un grupo de trabajo llamado La Carroza ( y no es coña) que se encargó de sentar las bases de la más preciada creación que todos los fisioterapeutas tenemos. Seguramente estemos hablando, todavía a día de hoy, de la titulación que más valor tiene de entre todas las formaciones existentes de fisioterapia, incluidos  posgrados y demás magias que se enseñan a raudales y sin embargo, a una de las que menos valor le damos, pues no hablamos de ella y la ocultamos entre otros títulos extraños como DO Osteopatía o DO Ribera del Duero.... Hablamos de la diplomatura de fisioterapia (grado today) y como estamos tan agradecidos por ello, vamos a ser lo suficientemente generosos como para incluir el logo de la AEF como bonita imagen de presentación de este artículo. Pero sólo por esta vez, no os malacostumbréis.



Suficiente. Hablábamos de la primera hornada, ese grupo de primeros diplomados que se convertirían a la postre en otros privilegiados, también por derecho. Pero, ¿cómo llegamos hasta allí?.

La diplomatura de fisioterapia en España nace mediante el Real Decreto 2965/1980, de 12 de diciembre, sobre integración en la Universidad de los estudios de Fisioterapia como Escuelas Universitarias de Fisioterapia. Dicho real decreto no se publica hasta el 19 de enero de 1981, por eso de las vacaciones de navidad suponemos. Posteriormente aparece la Orden ministerial de 1 de junio de 1982 por la que se establecen las directrices para la elaboración de los Planes de estudio de las Escuelas Universitarias de Fisioterapeutas que se supone que sirve precisamente para eso, para regular los planes de estudio universitarios (os recomendamos encarecidamente que echéis un ojo a las asignaturas de aquellos incipientes planes de estudio, para mear y no echar gota). ¿Qué se supone que pasa entonces después de esto? Pues desde 1982 hasta 1986 que nace la primera promoción de diplomados por la universidad de Valencia, hubo un fenómeno poco investigado y comentado pero que conviene conocer, pues explica la posterior situación privilegiada que vivieron estos primeros titulados. Esto lo conocemos como EL PARÓN DE LA FISIOTERAPIA en España, y viene a durar casi una década, desde ese 1982 hasta principios de los 90.


Como decimos en 1986 la universidad de Valencia entrega a la madre patria a su primera promoción de fisioterapeutas. Posteriormente lo harían algunas otras históricas: La Coruña, Complutense de Madrid...Hasta 1996, año hasta el que consideramos que llega esta primera hornada de fisioterapeutas, diferentes universidades van incluyendo la fisioterapia entre sus planes de estudios hasta un total de 18 para ese año. La media de alumnos por curso era de unos 50 o 60. ¿Qué supone esto? Pues un goteo, escaso y ponderado poco a poco, de diplomados que salen al mercado laboral y que se encuentran con una situación idílica:
- Un periodo de sequía  de 4 años sin diplomados sólo cubierto por los pocos ATS reconvertidos y antiguos ayudantes de fisioterapia
- Un país con 47 millones de potenciales clientes a los que convencer de que ahora nos necesitan
- Unas instituciones sanitarias y sociales que demandan a estos nuevos profesionales
- Unas universidades que a penas sacan unos pocos titulados al año, generando escasa competencia

Hasta 1996 sólo hubo 5557 nuevos diplomados en toda España. Para que os hagáis una idea, hoy en día, sólo en el colegio de fisioterapeutas de Madrid figuran mucho más de 10000 colegiados (sólo gente que está ejerciendo). Si en aquellos años uno se convertía, por circunstancias del destino, en el único fisioterapeuta de su pueblo, o uno de los pocos de su ciudad, su abanico de posibilidades era infinito. Estamos hablando también de unos años en los que las condiciones de trabajo que tenían estos diplomados eran muy jugosas y donde la demanda de empleo, incluso público, en fisioterapia, era altísima, el esclavismo y la precariedad todavía eran una cosa de ciencia ficción y tener una carrera universitaria era algo bien considerado. Algunas ofertas de empleo público salían directamente publicadas en los boletines oficiales de las comunidades autónomas e incluso algunos, quedaban sin cubrir. Imaginad aquellas CCAA donde ni si quiera había una universidad que ofertara la diplomatura en Fisioterapia, los emigrantes de la misma, que habían salido a estudiar a otra ciudad, regresaban a ella como héroes nacionales, capaces de librar de adherencias las espaldas cargadas de sus conciudadanos.


La primera hornada de fisioterapeutas fue sin duda una generación afortunada. Lo fue y lo sigue siendo. A pesar de que tuvieron que explicar, cada uno en sus respectivos pueblos, qué era la fisioterapia, para qué servía y qué era lo que podían hacer con sus manos; se vieron favorecidos, como decimos, por una coyuntura social y económica altamente favorable. La mayoría están hoy colocados como fisioterapeutas para la sanidad pública, o servicios sociales públicos, o educación pública...muchos mediante plazas jamás convocadas y otros, gracias a tantos puntos acumulados y a unas oposiciones que quizá si fueron más justas y que aprobaron. Otros fundaron las primeras clínicas de fisioterapia, se forraron el lomo con el sector privado, dando cabida a una demanda hasta entonces desconocida e incluso, evolucionaron hasta el punto de convertirse en empresarios explotadores de otros fisioterapeutas, contratados o falsos autónomos. Otros muchos cubrieron las constantes plazas de profesorado universitario, otros se especializaron más y fueron pioneros de la implantación de alguna escuela de saber fisioterapéutico en España. Honestamente, no creemos que haya habido ninguno de ellos a los que le fueran mal las cosas. Ni ninguno, que a día de hoy, no tenga un trabajo con condiciones dignas.


 Son estos fisioterapeutas además los principales responsables, junto con los de la segunda hornada, de que la nota de corte de acceso a los estudios de fisioterapia, se incrementara enormemente año tras año, hasta convertirse durante varios años consecutivos en la más alta de todo el país, superando incluso a medicina y a muchas ingenierías. Recordamos años en los que era necesario un 9 sobre 10 en selectividad para poder ser admitido. El efecto llamada que produjo EL PARÓN junto con las buenas condiciones laborales, el hecho de que tuvieras trabajo al día siguiente de terminar la carrera, el efecto de la novedad (pues hasta el nombre de fisioterapia resultaba tan exótico) y las bonanzas de esta profesión, consiguieron este meritorio resultado donde el mérito (valga la redundancia) era la más importante cuestión para acceder a esta profesión de éxito. Y todo fueron campos llenos de rico trigo que labrar y del que abastecerse, hasta la irrupción de la universidad privada y el posterior declive. Hoy en día, estos primeros diplomados son los grandes señores feudales de la fisioterapia, suelen ostentar el control y poder de sus dominios y ven con la tranquilidad de un duque, como sus simientes son ahora los frutos de una bonita realidad. ¡Y sin necesidad de hacer cursos de posgrado!

6 comentarios:

  1. Buenas tardes.
    Supongo que a pesar de no dudar de la tarea de investigación en la que se basa la entrada, me gustaría compartir una experiencia personal cotejable con la de muchas otras personas de mi edad. Yo estudié la diplomatura del 91 al 94 en Toledo. Cierto, éramos 50. Mis profesores pertenecían a esas primeras promociones de Valencia y fueron sacando sus plazas en centros públicos en las oposiciones exactamente igual que se hace hoy.
    Cierto que saldrían más plazas porque ahora aún no tenemos edad de jubilación, pero hemos hecho postgrados como cualquier hijo de vecino porque también lo solicitaban para tener puntos para las bolsas de trabajo. La precariedad de los contratos y el número de falsos autónomos no difiere mucho de los de ahora, puesto que, como ahora, lo habitual era estar en varias clínicas a porcentaje.
    Supongo que no era intención sugerir que se nos fue regalando nada pero esa ha sido al menos mi impresión. Espero la opinión de compañeros tan "viejunos" como yo.
    A pesar de mi discrepancia me ha gustado leer de donde vinimos, ojalá se luche igual de vehementemente para definir hacia donde vamos.
    Gracias por la entrada

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  2. La gran Aurora Araujo!

    Gran representante de tu hornada, sin duda. Sabemos que generalizar es erróneo, a veces se hace por resumir, otras por llamar la atención, ya sabes que somos irreverentes.

    Peloteos a parte lo que tratamos de decir en el artículo es que fuisteis(imos y somos) una generación tremendamente afortunada puesto que el número de oportunidades era infinitamente mayor y, sobretodo en lo público, donde la precariedad no es tanta ni tal. Fuera de ella claro que existían falsos autónomos y precariedad, pero ni por asomo lo de hoy día, a los datos nos remitimos. Nada se regaló y no se dice eso aquí, pero si se dice, porque es cierto, que había mucho por hacer, mucha demanda y muy poca oferta, por eso las oportunidades eran mayores. Posgrados hicisteis, claro que sí, pero en los primeros años bastante había con que existiera la carrera en sí misma, las opciones de hoy en día tampoco existían, así que muchos consiguieron puestos buenos con poco más que la carrera. No decimos que esto sea bueno o sea malo, simplemente es una realidad constatada e innegable. No es lo mismo luchar 800 por 160 plazas que 3000 por 90, ¿no?.

    Saber de donde venimos para saber a donde vamos es más que necesario y, sabemos que no dudas que desde esta página otra cosa no, pero luchar, todo cuanto quieras.

    Un saludete!

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  3. Hola, yo también soy una viejuna. Y muuuucho más viejuna que la Gran Aurora. Date cuenta que mis cabellos son plateados y mi título data del 91... 1991 no me vayáis a ubicar en el dieciocho.
    Me encanta que aclares que sois irreverentes, aunque quizá también un pelín hirientes. Me explicaré. Si lees desde fuera de vuestra realidad, se da a entender que no hicimos mucho por vuestro trabajo (a fin de cuentas nuestro trabajo ya lo teníamos). Tienes razón, yo trabajé desde el día uno de julio -al día siguiente de mi fiesta de graduación-. Pero no fue ni mérito, ni demérito. Y éramos pocos y pocas las plazas. Y desde ese día he luchado por dar a conocer la profesión, los campos en los que podemos aportar, la necesidad de cubrir ratios más pequeños... Algo a lo que sin duda, no parecéis dar valor. Y eso de que vivimos estupendamente, los de la pública se entiende, sólo recordaros que nos dieron un estupendo mordisco a la nómina y todavía estamos en ello.
    Mezclas, o mezclais, churras con merinas. Porque la cantidad de plazas que se ofertan no dependen de los que éramos fisioterapeutas en aquella época. De hecho, nos cansamos de pedir que se aumentara la plantilla. Pero en aquella época -por raro que os parezca- éramos unos desconocidos, que pintábamos menos que un preservativo en un convento (hasta mis chistes son de los felices años noventa).
    La crisis también tendrá algo que ver. El ser los olvidados de los sindicatos y de las organizaciones sanitarias también tiene algo que ver. Y TODOS tenemos la culpa, por no querer meternos en esos fregados. De aquellos polvos, estos lodos. Mira, en eso te doy la razón, hay muy pero que muy pocos fisioterapeutas en puestos que puedan favorecer el aumento de plantillas, el aumento en la nómina, etc. Pero de eso debemos culparnos viejos y mozos.
    No entiendo muy bien el sentido de esta entrada. Ni dice toda la verdad, ni profundiza, ni reivindica, ni defiende. Más bien superficial, y tirando a pataleta.
    Pero disculpar sólo soy una vieja afortunada y estoy bastante cansada.

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  4. Es posible que el cansancio tuyo sea colectivo, pero no es comparable ni por asomo las condiciones funcionariales o de plaza pública con las de ningún trabajo por cuenta ajena como fisioterapeuta, hoy en día, por mucho mordisco. ¿Es malo decir que somos unos privilegiados en comparación con el resto? ¿Es mentira acaso? No hemos dicho nada incierto, aunque duela.

    En realidad todo lo que dices es compatible con lo que dices tú, puedes tildarnos de injustos por no hacer más hincapié en ello y seguramente tengas razón, pero este blog no va de eso. Ni tampoco de luchas personales o pataletas. Sólo faltaría que tuviéramos ahora que justificar el sentido de lo que escribimos, no toda va a ser luchar y luchar Olga, también hay hueco para la autocrítica y la sosa cáustica. Pero ya que hablas de sentidos y por si te apetece, te dejamos este link:http://laotrafisioterapia.blogspot.com.es/2015/06/las-distintas-generaciones-de.html

    Vale, a lo mejor no somos del todo de tu agrado, no nos pidas disculpas por tu viejunez y simplemente disfruta de lo que te has ganado muy a pecho. Y por supuesto sigue luchando, nosotros también.

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  5. Tener 45 años, estar a punto de celebrar las bodas de plata como fisioterapeuta,tener hijos más que adolescentes, te da para reconocer una "gran pataleta", eso es lo que creo que es esta entrada. (Fin de la cita)

    Por cierto, trabajo en clínica privada desde hace 24 años por cuenta ajena y, solo, desde hace 2 años tengo consulta propia.

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    1. Pues...si tu lo dices...será. ¿Y qué tal va esa clínica?

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